Primer mail sobre El mar interior de Matías Capelli, nuestra lectura de febrero. Si todavía no fueron a su librería amiga a comprarlo, les dejo un link para que puedan leer el comienzo así terminan de decidirse.
Y, como suelo hacer en los primeros mails, van algunas reseñas para que se den una idea de qué trata (o para que, si ya lo están leyendo, vayan profundizando). Les transcribo unos fragmentos de cada una:
Reseña de Mariano Vespa para el suplemento Ideas de La Nación:
Milton acompaña a su pareja Rut, una música que ganó una beca en territorio neerlandés. No tiene un trabajo fijo, escribe algunos artículos para medios, insiste en la posibilidad de dar clases en un instituto. De a poco, ve cómo se consumen sus ahorros. La barrera idiomática parece no importarle. No se considera ni un inmigrante ni un exiliado: transita el desasosiego como un devenir, una observación cotidiana minuciosa de las tonalidades y el pulso de la experiencia en la ciudad.
[…]
El mar interior, primer premio del Fondo Nacional de las Artes 2019, transmite, con una narrativa detallada, una estructura sin un comienzo y un final delimitados. Se trata de un ir y venir por todo lo que puede representar la inmensidad. Un estado de alerta y de relajación frente a lo propio, lo ajeno, lo nuevo y lo recurrente.
Reseña de Guillermina Cisco para Indiehoy:
Hay lecturas que prometen a lo largo de sus páginas grandes eventos, y otras que, en su complicidad minimalista, llevan al lector a un lugar común de hechos cotidianos. […] Después de todo, la verdadera trama será asomarnos a leer lo que hay debajo de la historia cotidiana, de lo no dicho. Es revelador leer cómo Capelli, con sus dotes cronistas, nos lleva a fluir en las aguas de la ciudad que lo rodea y presiona a la vez.
[…]
¿Es posible crear un hogar estando lejos? ¿Armar una rutina hasta sentirla propia si no nos pertenece?
Y por último la reseña de Mariano Dupont para Revista Otra Parte:
Extremando el procedimiento de Trampa de luz , en el que la novela, antes de apoyarse en el entramado y el giro de los incidentes, se articulaba sobre todo a partir de cuidados leitmotivs que reaparecían cada tanto, al modo de los puntos de una costura, acá, en El mar interior , la trama ha desaparecido. Al menos en el sentido clásico. Hay acontecimientos, sí, unos cuantos; pero el relato es mínimo; minimalista, como suele decirse. La pequeña historia que narra la novela se construye a partir de variaciones, nunca demasiado estridentes, en torno a la monótona vida de Milton en Ámsterdam.
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Debería aclarar que si van a leer la última reseña tengan en cuenta que spoilea el final, pero en realidad creo que no es posible hablar de spoilers. Ya habrán visto al leer los fragmentos que la novela de Matías Capelli no pareciera tener una trama. Me gustaría remarcar ese pareciera que acabo de escribir, porque en realidad sí pasan constantemente cosas. No solo eso, sino que es una novela que se puede leer de un tirón, movida por algún tipo de fuerza hipnótica que hace que todo avance.
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Voy a decir esto último de otra forma, apoyándome en un fragmento de la novela donde se habla de los canales de Ámsterdam:
El nivel en los canales de la ciudad nunca variaba, había descubierto Milton en esos meses. Incluso los ríos, como si no hubiera mareas o como si las mareas no afectaran esa tierra. Ni un centímetro. Ni a lo largo del día, ni de un día al otro, ni con el paso de las semanas. Gracias a una serie de diques fijos y móviles y de compuertas kilométricas, desde los años cincuenta el país había quedado a salvo de las inundaciones que históricamente lo azotaron. La batalla contra el agua había sido ganada.
Quizás esa ausencia de trama no sea más que el resultado de una monumental obra arquitectónica de Matías Capelli. Invisibles compuertas se abren y cierran para hacernos creer que nada varía; una falsa quietud de tensiones que se ponen en juego.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Abrazo
Sebastián Lidijover