En Los nadadores nocturnos, Rock menciona una de las obsesiones que tenía cuando era un joven escritor. Recuerda que coleccionaba material potencial para relatos y que uno de ellos era la historia del fotógrafo psíquico Ted Serios.
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Serios decía tener la habilidad de proyectar imágenes mentales directamente sobre una película fotográfica. Se paraba delante de una cámara instantánea polaroid y sucedía la magia: no había cuarto oscuro. A veces aparecían imágenes completamente negras, a veces todas blancas; otras veces edificios que se encontraban a varios kilómetros de distancia.
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Muchos creían que Serios era un farsante.
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“Me había atrapado mucho el misterio; me atraía lo inexplicable de cómo un hombre podría proyectar algo desde adentro suyo hasta el rollo de una cámara: hacerlo visible fuera de sí mismo”, dice Rock.
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Pienso varias cosas.
Qué lindo sería, es lo primero. Qué lindo sería poder transmitir tan rápidamente lo que sucede dentro. Creo que eso es lo que buscamos muchas veces con la escritura. Principalmente cuando partimos de una imagen. De un recuerdo.
A veces, cuando doy clases, muestro los caminos posibles que existen a la hora de pensar un texto. Menciono que hay personas que comienzan trazando un mapa, un recorrido de escritura. Saben hacia dónde ir: tienen la estructura clara desde el comienzo.
En mi caso, explico, intento dejarme llevar: no controlar: dejar correr la escritura hacia donde quiere ir. Siempre sé dónde empiezo pero nunca dónde termino. Y eso es un secreto que ni yo misma conozco: habita en el inconsciente. Y casi siempre me sorprende. Y no lo quiero perder.
Incluso aunque eso, a veces, me genere miedo.
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La mención a Serios, me recordó una clase en la universidad. Diseño y planificación de la actividad periodística, se llamaba la materia. Abordábamos lo audiovisual, principalmente los documentales. Fue una materia particularmente difícil, la única que reprobé en la carrera, los motivos no vienen al caso. Pero hay algo que tengo que admitir: algunos de los conceptos quedaron tallados en mi memoria. Uno de ellos es justamente el de pensar en imágenes.
¿A qué se referían? Aprender a contar historias audiovisualmente, intentando aprovechar al máximo la potencialidad expresiva que conlleva la imagen como efecto de lo real.
Hablábamos mucho de la relación que existe entre el pensamiento y la representación interna de las imágenes. Es sorprendente imaginar cómo a medida que pensamos o verbalizamos algo, al mismo tiempo se nos generan imágenes visuales.
¿No es eso lo que buscamos con la escritura? En las descripciones, en las metáforas, por dar un ejemplo.
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Acá pueden ver un video sobre la historia del fotógrafo psíquico Ted Serios.