Sobre Bárbara Loden #2

Les decía en el mail pasado: el número tres parece ser el número ideal para hablar de Sobre Barbara Loden.
No solo porque el título tiene, precisamente, tres palabras. No sólo porque en la imagen de tapa pueden imaginarse tres personas: quien hizo la imagen, quien es retratadx en la imagen, y quien ha “difuminado” esa cara.
Es que ya en las primeras páginas el libro muestra las tres capas con que está armado, las tres partes que lo integran: película, retrato, autoficción.
Primera capa: la narración pormenorizada que Nathalie Léger hace de la película Wanda, el primer y único largometraje dirigido por Barbara Loden, un film acerca de una mujer llamada Wanda que fue apresada luego del intento de robo de un banco. Es decir: es una obra sobre una mujer, un crimen, la escritura y el cine. Volveré sobre esto último más adelante.
Segunda capa: el retrato que Nathalie Léger hace de la actriz y directora Barbara Loden, con una mezcla de fascinación, estupor y curiosidad. Acá comienza a amarse el juego de espejos que atraviesa el libro: una mujer llamada Nathalie Léger fascinada con otra mujer llamada Barbara Loden fascinada con una mujer a la que hace llamar “Wanda” y en base a quien creó su única película.
Tercera capa: los momentos en que Nathalie Léger escribe sobre sí misma, y donde nos enteramos que esa obsesión con (sobre) Barbara Loden nace de un pedido que un editor le hace para que escriba una entrada para una enciclopedia. Una tarea menor, un pedido minúsculo que se transforma, que se rompe, que la desboca.
El libro, entonces, es a la vez tres libros: la recreación literaria de un film, el retrato (corregido, borroneado, vuelto a escribir) sobre una mujer que dirigió (y actuó) en su único largometraje, y el relato reflexivo acerca de una escritora obsesionada con esto.
Pero eso no es todo. El tres aparecerá, además, en cada una de las capas.
Si la primera capa (sinopsis extendida sobre la película Wanda) es una danza que Nathalie Léger hace con la película Wanda, irán irrumpiendo hombres (terceros) en esa danza: un amante ocasional de Wanda, otro amante, unos hijos que a ella no le interesan, el muchacho que le propone robar el banco.
Si la segunda capa es el retrato que Léger hace de Barbara Loden, entonces irán irrumpiendo otros artistas en ese baile: Marilyn Monroe, Marguerite Duras (la sombra de ella atravesará parte del libro) y, particularmente, el cineasta Elia Kazan, quien estuvo casado con Bárbara Loden.
Y si la tercera capa es un relato autoficcional en donde Léger trata de bailar con todo esto al mismo tiempo, entonces, allí, irán apareciendo terceros: un muchacho que le cuenta la historia de un pueblo norteamericano perdido, un beisbolista filosófico, el editor que le hace el pedido que originó la obra y, clave, la madre de Leger, que parece no entender la obsesión de su hija.
Y hasta acá llego con el tema de las tres capas.
Para terminar: podríamos decir que hay dos tipos de libros: aquellos propensos a que los subrayemos, y aquellos que no. Sobre Barbara Loden es un libro que he ido prestando. Es uno de esos libros muy aptos para marcar.
Se lo presté a un arquitecto y este se lo regaló a su hija. Ella marcó esta parte: “No sabemos en qué ciudad transcurre la escena, pero en cuanto vemos este rincón con grandes ventanas, la mesa de fórmica en el ángulo de las cortinas con pliegues espesos que huelen a cigarrillo y a cerveza, sabemos que este bar de Pensilvania está al borde del acantilado de la desgracia, no una desgracia excesiva, no una desgracia memorable aferrada a la Historia, no, una desgracia insípida que tiene el olor de una tela a cuadros colgada de las ventanas de un café de provincia”.
Se lo presté a una poeta. Ella marcó esta parte: “Wanda es como todo el mundo, pide que una creencia, no importa cuál alivie sus penas”. Y también esta: “Entra al cine y elige una función al azar. Desea la oscuridad, una historia de amor, alguna revelación que consiga elevarla. Se queda dormida”.
Se lo presté a una filósofa, actriz y cinéfila. Ella marcó esta parte: “Sinteticemos. Una mujer hace de otra, interpreta un papel que escribió ella misma basándose en otra mujer (de eso nos enteraremos más tarde) y representa más que un simple papel, no actúa de sí misma sino de una proyección de sí misma en otra…”.
Ese juego de (tres) espejos es lo que se arma mientras nosotros, los terceros en discordia, los lectores, los espías, leemos Sobre Barbara Loden.
Sigamos leyendo y subrayando el libro.