Tres Guineas #4

Dejé para el último mail sobre Tres guineas el verdadero origen de este texto. Al igual que Un cuarto propio, primero fue una conferencia. Pero a diferencia de ese clásico sobre las mujeres y la literatura, que se publicó un año después de que Woolf lo escribiera, le llevó siete años de trabajo editar Tres guineas. La principal razón es que primero fue una novela, The Pargiters, en la que Virginia trató de alternar capítulos narrativos sobre la vida de una familia patriarcal con capítulos ensayísticos en los que la analizaba. El experimento no funcionó. Woolf tuvo la lucidez suficiente para darse cuenta de que este texto necesitaba ser un ensayo puro —el otro, eventualmente, se transformaría en Las horas.
Pero les dije que Virginia primero expuso estas ideas en una conferencia. Fue en 1931, ante la London and National Society for Women’s Service. El año anterior, a sus 48 años, Virginia había conocido a Ethel Smyth, una compositora de 72 años, famosa por su feminismo virulento. Smyth era una sufragista directamente belicosa que iba a las casas de los ministros y les tiraba piedras a las ventanas. Estuvo presa por generar disturbios. Y a los varones universitarios, y ricos que impedían el acceso de sus hermanas y esposas al conocimiento, los llamaba «el círculo vicioso», «los gangsters», «el club» o «la máquina”. Parece que Ethel se enamoró de Virginia Woolf y empezó a cortejarla: esa relación que nunca se pudo comprobar del todo tuvo su punto más alto en el evento en la Society for Women’s Service, en el que ambas fueron conferencistas. Una reseña de esas jornadas destaca que, aunque Smyth tenía más de veinte años que Virginia, era la más vivaz de las dos.
Algo de la energía violenta de Ethel se siente, sin duda, en Tres guineas. Pero a diferencia de esta compositora, Virginia Woolf creía que ir a un mitin era una pérdida de tiempo, tampoco le gustaba sermonear ni llenar sus novelas de opiniones políticas. Eso no quiere decir que no estuviera al tanto de ese feminismo más combativo. De hecho, estaba al tanto de un modo muy íntimo. También queda registro de que el movimiento sufragista la impactó mucho: siguió con pasión sus debates y se tomó el trabajo de registrar con cuidado las expresiones misóginas de la prensa de su país. Pocos días después de su conferencia, en enero de 1931, Woolf empezó a recortar todas las noticias y referencias sobre los prejuicios sexistas vigentes y sobre la doble moral de su época (por ejemplo, la renuncia de once miembros del comité de una biblioteca cuando se designó a una mujer). Para el año siguiente, anota que tenía «suficiente pólvora para volar St. Paul”. Esa bomba es Tres Guineas.
(PD: Esas notas no tienen desperdicio, atención a la nro 72, que figura en la página 192 de esta edición de Godot…su tema: la castidad).