El sueño, hermano de la muerte #5

«Algunos padres se equivocan porque no saben cómo manejarse. Quizá ellos mismos estén en una mala situación. Por eso puede serte útil tener una salida, y esa salida es fortalecer tu vida interior. Leer libros. Soñar. Tratar de prestar atención a todo lo que existe a tu alrededor y entenderlo. La mayoría de ustedes no quieren ser llevados a un estado de apatía. ¿Qué es eso? Bueno, es no sentir nada ni prestar atención. Lo que quieren es sentir todo lo que puedan, incluso aunque duela».
Jesse Ball
El sueño, hermano de la muerte

El sueño, hermano de la muerte lleva una línea de subtítulo: «Una guía para niños que sueñan». ¿Es un libro infantil? Muerte a las categorías. La edición original suma «A guidebook for all oneironauts young and old”. Creo que Ball apeló a todo lo que hay de juego en los sueños y sí, los niños la tienen muy clara en ese terreno.

Aunque la línea que el autor le sumó al título es un guiño cargado de ironía, el libro -por su color, su tipografía y su prosa accesible- podría ocupar un espacio en el sector infantil de una librería. Lejos de ser un error, sería una gran invitación.

Diciembre fue un mes cargado de sueños y señales. Varios lectores del Club me escribieron para contarme sus sueños (lúcidos y de los otros). Gracias por eso. Les confieso que los sueños y sus posibilidades también tomaron mi vida. Unas horas antes de que me sentara a escribir este mail, mi hija hizo una de las suyas. Se despertó sobresaltada y apareció en el living con cara de confundida, más china que nunca. «Soñé que era fin de año y me dejaban llevar a Bonnie (nuestra perra) al colegio. Había un árbol grande, en el centro. Bonnie se trepaba alto y yo dejaba de verla. La llamaba, la llamaba y nada. Como si se hubiera ido. Entonces se me ocurrió algo. Fui a la cocina, abrí mi vianda, la dejé en el medio del patio y Bonnie bajó del árbol a los saltitos y moviendo la cola. Todos los chicos la aplaudían, mamá».

Bonnie está muy enferma y mi hija no lo sabe. Me tranquiliza que haya inventado una forma para llevarla a sus sueños, el único lugar donde nuestra Whippet, tan desobediente, obedece. Voy a guardar el libro de Ball para lo que viene.

Ana Clara