Signos de civilización #1

Tendría que haber adivinado que esa calma no podía traer nada bueno, pero me dejé seducir por un oasis de tranquilidad en medio de una semana que venía bastante movida. Tomaba unos mates cuando de pronto me llega un mensaje de Whatsapp con algo que había que resolver en media hora y que implicaba triangular el trabajo de varias personas en distintos lugares de la ciudad. La culpa era mía, que no había dejado bien en claro los tiempos y creía que tenía hasta la noche. La otra persona me pedía disculpas y me explicaba que si no le pasaba en los próximos minutos lo que me pedía la iban a matar en su laburo. Yo era una pelota de nervios tecleando, mandando mails y mensajes de Whatsapp intentando solucionarlo. Le quería explicar que el responsable era yo, que no tenía que disculparse… pero mandé esto:
 
No, no es mi culpa.
Ahhhh esa coma. Dos minutos enteros estuvo el mensaje así, hasta que lo vi y le expliqué que en el apuro había tipeado mal y que quise decir “No, no, es mi culpa”.
 
***
 
Por si quedaba alguna duda: este es el primer mail sobre Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia de Bård Borch Michalsen. Un libro que, por lo que estuve viendo en las redes, ya son varias personas las que empezaron a leerlo… y a subrayarlo.
Va a ser un mail breve. Me había anotado dos ideas —ya conté alguna vez que antes de sentarme a escribir cada mail primero hago un punteo de lo que tengo pensado decir— pero en vez de desarrollar la primera les dejo lo que anoté, para que cada cual la expanda en su cabeza:
 
Signos de puntuación —> respiración —> algo vivo.
 
 
***
 
Lo segundo que quería contarles es un video que hace poco me apareció en Twitter. Son dos minutos de un ensayo, en el que puede verse el trabajo que hace un director de orquesta. Es una genialidad. Acá confieso que, desde mi ignorancia, nunca entendí exactamente qué hacían, además de mover la batuta de una manera hipnótica. Qué margen podía haber para crear algo distinto si la música ya estaba escrita, si todo lo que había que hacer ya lo había anotado el compositor. Pero claro, hay margen. Les pido que lo vean, no tiene desperdicio. La forma en que se golpea el pecho y muestra lo que debería generar ese pasaje de la sinfonía. Todo un mundo de nuevas significaciones que nacen de las brevísimas pausas, de la fuerza con la que se atacan las notas, de la forma en que se terminan.
 
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada. 
Abrazo
 
Sebastián Lidijover