Signos de civilización #2

Me gusta como empieza esta reseña de Matías Serra Bradford sobre Signos de civilización que salió en la última Ñ:
Es probable que la puntuación sea la “carta robada” de la literatura. Uno de sus mayores misterios, uno de los más relevantes, ignorado, a la vista de todos.
 
Sintetiza en unas pocas palabras la sensación que tuve cuando leí el libro de Bård Borch Michalsen: ¿cómo nunca pensé en todo lo que podía haber detrás de los signos de puntuación? Están ahí, delante nuestro, como si hubieran existido desde siempre; y sin embargo son el invento tardío del lenguaje escrito. Lo que nos permitió que podamos pensar a través de la escritura (y de la lectura).
 
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Aprovecho para dejarles también el link a la entrevista que le hicieron al autor, también en Ñ.
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La semana pasada les dejé el punteo de una idea sin desarrollar:
 
Signos de puntuación —> respiración —> algo vivo.
 
No puedo dejar de pensar que estos pequeños signos, que nos permiten respirar mientras leemos, dar la entonación que el texto necesita, también están dotando de alguna forma a la propia escritura de un soplo de vida. Lo que serían solo trazos sobre el papel se vuelven algo que tiene un pulso gracias a puntos y comas.
 
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Hay una idea que siempre me fascinó pero que nunca dejó de molestarme un poco. Voy con la parte de la fascinación: que en los infinitos decimales del número Pi, si se reemplazan los números con letras, se esconden todas las obras producidas por la literatura y todas las que aún no fueron escritas. Siendo que Pi contiene una cantidad infinita y aleatoria de decimales, si convertimos el 1 en una “a”, el 2 en una “b”, el 3 es una “c”… y así con el resto, estarían todas las combinaciones posibles de letras. Un desquiciado mundo de permutaciones ininteligibles en las que a la larga aparecerían oasis de sentido. En algún momento aparecerá una frase que pueda leerse; en otro, el Quijote entero. Algo como La Biblioteca de Babel de Borges.
 
Pero acá viene la parte que siempre me molestó: si todos los números están uno detrás del otro ¿bajo qué criterio un 1 seguido de un 3 serían las letras “a” y “c” y no la letra que equivale al 13, la “m”? 
 
Dentro de los infinitos dígitos de Pi se esconden todas las combinaciones posibles de números, pero para poder asignarles letras hay que separarlos. Mientras sea un único bloque no habrá un sentido; o será, en todo caso, una yuxtaposición de todos los sentidos posibles y a la vez ninguno. 
 
Hablo desde la ignorancia. Quizás haya alguna forma matemática de resolver eso. Como sea, me gusta pensar que en esa demencial sucesión de decimales solo las pausas, las respiraciones que separen a unos de otros, permiten revelar una nueva significación.
 
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Pongo una coma, luego existo.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada. 
Abrazo
 
Sebastián Lidijover