Antes de comenzar con el último mail sobre Criaturas dispersas tengo una gran noticia para contarles —quizás ya lo hayan visto en nuestras redes— tenemos una tarjeta de beneficios. Sí, así como lo leen. Haciendo clic en la tarjeta de acá abajo van a la web donde figuran cuáles son los beneficios. Guárdense la página en favoritos, así la visitan cada tanto, ya que estaremos sumando más. Ahí mismo en la web se pueden descargar la tarjeta.
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Recuerden que hoy a las 17:00 es el Zoom para que charlen entre ustedes. Puede ser sobre Criaturas dispersas o pueden aprovechar para hablar y conocerse. Yo no voy a estar en el Zoom. Se me ocurrió que quizás podía ser divertido que se conozcan así, sin presiones. Imaginen que están en un café, aprovechen a charlar. Cualquier cosa, si se hacen silencios incómodos, siempre pueden tener el libro a mano para compartir alguno de los subrayados.
Este es el link al Zoom. Entren a las 17:00. Cuando lleguen a los 40 minutos se va a cortar, entren de nuevo usando el mismo link.
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Ahora sí, vamos al libro de Natalia Gelós. Tenía ganas de empezar con un fragmento del libro; es uno de esos capítulos breves. Está casi al final:
Lo llaman “la timidez de la corona” y lo detectaron en la década del ’20, aunque siempre estuvo ahí. Define bien esa sutil elegancia de algunos árboles, como el alerce japonés y el eucalipto, que logran que sus copas mantengan un equilibrio supremo para no tocarse entre sí.
Desde acá abajo se ve como un río de luz que se abre paso entre las hojas, un mapa encendido que sólo podemos apreciar si miramos hacia arriba.
Quizá se trata de eso ¿no?
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Siempre me sorprendió al ver un documental sobre el comportamiento de los animales la cantidad de tiempo que debe haber implicado de observación. Una porción inmensa de tiempo para poder sacar alguna conclusión, para entender qué es lo que se estaba viendo. Para darle una forma narrativa a algo que en principio no lo tenía. Y luego, las consecuencias de haberle dado esa forma. Vemos un león cazando una cebra, deseamos que la cebra se salve, nos ponemos contentos cuando lo logra. Ahí está la cebra que parece casi saltar contenta, como lo hicimos nosotros en el sillón de nuestras casas. Las consecuencias de lo narrativo. Elegimos la felicidad de la cebra para no ver el hambre del león.
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Quizás tenga razón Natalia Gelós. Quizás se trate de eso. Quizás somos criaturas dispersas porque necesitamos movernos, encontrar el lugar exacto desde el que observar cada una de las cosas.
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La semana que viene empezamos con la lectura de mayo Grabado en Estudios Panda de Nicolás Igarzábal, publicado por Gourmet Musical.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Abrazo
Sebastián Lidijover
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