Hola, mi nombre es Diego Geddes, y fui convocado por la gente del Club Carbono para acompañarlos durante cuatro semanas en la lectura de un libro.
Quizás muchos de ustedes me conozcan gracias al Diario de la Procrastinación (parezco un personaje de Los Simpsons). Quiero decirles que honré mi personaje cuando me tocó elegir qué libro íbamos a leer todos juntos. Tardé una semana en responder y cuando elegí el que quería ya lo había agarrado otro invitado. Me pasó dos o tres veces más: elegía uno y resulta que ya me había ganado de mano alguien más rápido que yo.
Pero esto lo digo no para hablar de mí, es en todo caso me estoy usando como excusa para hablar de algo que me gusta mucho y es ese momento mágico en el cual elegimos un libro. En mi caso, operan muchas variantes, desde las más obvias (el nuevo libro de un autor que me gusta mucho) hasta las menos explicables, como alguna palabra clave de la contratapa, algo del diseño de tapa que me seduce, alguna información sobre el autor.
En este caso pasó algo de esto último. No conocía el libro pero me gustó el tema. Siempre pienso en el silencio, de un modo personal y particular. Siempre pienso en que hablo poco, me la paso en silencio, aunque en mi cabeza siempre estoy hablando –o monologando, debería decir-, pensando teorías absurdas o simplemente como una compañía. Hablo solo, estoy en silencio pero no lo estoy.
Otra cosa que me gustó es que John Biguenet (a quien no conocía) había ganado el premio O. Henry de cuento. Me hizo acordar que una autora que me gusta mucho, Samanta Schweblin, está nominada a ese premio y todo me cerró. Quiero decir, uno se aferra a esos pequeños guiños del destino también, incluso casualidades temporales.
Y listo, no hay que cargarlo demasiado de sentido. Al cabo es un libro más, uno más de muchos que leemos en nuestra vida. Hay algo de azar también, no sabemos muy bien cuál es el libro que nos va a cambiar la vida o, siendo menos pretenciosos, que nos va a ayudar a cambiar la forma en la que pensamos, o nos va a legar una frase o una idea que después compartiremos en una reunión o nos va a acercar a algún otro autor o libro.
Una vez que tengo el libro en mis manos, suelo ver cómo está dividido, si en capítulos cortos o largo, con subtítulos. Como si organizara dónde van a estar los descansos de lectura (que son silencios). También hago un cálculo a ojo: creo que voy a leer este libro en dos o tres semanas. Después depende del libro, quizás me termina atrapando y lo leo más despacio, me administro la lectura.
Ahora hay un desafío nuevo: pensar la lectura en cuatro etapas (que serán estos cuatro mails) y leer pensando en que esa lectura es compartida, grupal, silenciosa pero acompañada.
Ojalá la pasemos bien.
Un abrazo.