Silencio #3

Hola, «el corazón sigue latiendo» a pesar de los intervalos de silencio.
Ahora se me pegó otra canción, de Los Tipitos, que dice “Silencio, que no es silencio” en el estribillo. Desearía ser más pretencioso con la cita, evocar grandes canciones o artistas (nada personal contra Los Tipitos) pero no es así como funciona la cosa. Uno no elige lo que termina cantando, o lo que termina usando para romper el silencio.
 
Estoy un poco enojado con el libro, por momentos siento que es una colección de citas y estudios sobre el silencio. Algunas de ellos muy interesantes, desde luego. Pero no veo un relato o hilo común, no sé si el autor se está sacando de encima el libro o qué. La tesis del encargo toma fuerza.
 
También estoy enojado conmigo mismo. Había pensado incluir una cita sobre el silencio en cada mail, pero cuantas más citas leo, más siento que estoy citando esas frases que se estampan en cuadros, remeras o almohadones. Como si no hubiera diferencia entre lo que dice Churchill o Borges y lo que dice un predicador berreta.
 
***
 
Por momentos logro amigarme y entusiasmarme con la lectura, subrayo párrafos enteros con reflexiones que me gustan. “El mundo moderno murmura. Lo que entendemos por silencio es apenas el rumor que toleramos como ruido de fondo, o ruido blanco”.
 
Hay una historia buenísima que cruza dos de los protagonistas de este libro. Por un lado John Cage, el autor de 4’33 (no es genial que la obra más famosa de un músico sea una canción muda; ni siquiera sé cómo escribirlo, una canción muda, una pieza musical, un cacho de silencio), y por el otro la “cámara anecóica” (aunque la que cita el libro está en Minnesota y Cage fue a una que está en Harvard). Pero básicamente es el mismo aparato, una caja que te aisla de cualquier sonido y te lleva al punto cero del silencio.
 
Cage atravesó la experiencia de estar en una cámara (esto fue antes de componer 4’33) y salió algo decepcionado. Dijo que no había silencio y que oía dos sonidos: “uno alto y otro bajo”. El ingeniero que estaba a cargo de la máquina le informó que el sonido alto era su sistema nervioso y el sonido bajo la sangre que circulaba por su cuerpo.
 
Algo definitivamente ha cambiado con la lectura del libro: no había pensado en tantas variantes del silencio, una idea que venía sintiendo mientras leía pero la terminé de ver más clara en esta nota de La Nación.
Nos vemos el domingo que viene.
Abrazo