Clima #2

Por Elisabeth Möhle.

Hay una cita de David Foster Wallace que va más o menos así: “van nadando dos peces y de repente se encuentran con otro que les pregunta “buenas, chicos, ¿cómo está el agua?”. Nuestros peces protagonistas siguen nadando un poco, pero después frenan, se miran y preguntan: “¿qué es el agua?”
 
Nuestra relación con la energía es un poco así. Nos levantamos a la mañana con una alarma, ponemos la radio, prendemos la luz en el baño, ponemos el agua para el mate o el café o el tecito, sacamos el yogur de la heladera, prendemos la computadora… casi que no hay acción humana sin energía de por medio.
 
Y eso en principio es bueno. Imaginate si no tener que buscar leña y hacer un fuego cada mañana para poder tomar algo calentito. O no poder refrigerar alimentos.
 
Sin embargo, nuestras generaciones ya están tan acostumbradas a esta disponibilidad inmediata, ilimitada y relativamente barata que ni la consideramos como un recurso estratégico sino más bien algo que damos por garantizado que siempre va a estar ahí cuando toquemos la perilla. Pero eso no es -o en todo caso ya nunca va a volver a ser- así.
Los miles de esclavos energéticos de los que habla Juani Arroyo en su capítulo sobre energía ya no estarán libremente a nuestra disposición. Por dos razones inmutables. En primer lugar, porque fuimos agotando todas las reservas de energía fácilmente explotables y entonces ahora cada vez es más caro y cuesta más energía usar los recursos de nuevos yacimientos.  En segundo lugar, el cambio climático. Ya no tenemos espacio en la atmósfera para seguir quemando combustibles fósiles y acumular gases de efecto invernadero que calientan nuestra Tierra.
Es una realidad indiscutible frente a la cual accionar es urgente. Y esto implica principalmente dos cosas: tecnología y cultura. O diseño pensado en sentido amplio como proponen los chicos de El Gato y La Caja.
 
¿Diseñar qué?
 
Las formas de producir la energía y nuestros modos de consumirla. Así como tenemos que pasar de generar energía con combustibles fósiles y pasar a hacer a partir de recursos renovables como el agua, el viento y la radiación solar, también necesitamos otro vínculo con la energía.
 
Esto quiere decir empezar a percibirla, pensar en ella y cuidarla, tanto a nivel personal como en los hogares y a nivel país. Y acá Juani introduce un concepto casi ajeno a nuestra cultura que es el de suficiencia. Que en términos sencillos significa proveer a todos de la energía necesaria para cubrir las necesidades, pero considerando ciertos límites a fin de que pueda alcanzar para todos y podamos reducir la presión sobre la naturaleza.
 
“Estas transformaciones parecen desafíos inconmensurables, pero nada concentra a las mejores mentes como la crisis”.