La sombra de un jinete desesperado #4

El libro de Mattio es un recipiente repleto de larvas de preguntas. En cada ensayo, más de una vez me asalta la idea de llamarlo por teléfono para seguir alguno de sus razonamientos o para interceptarlo con un argumento diferente. [No conozco a Juan Mattio, no tengo su teléfono.]

¿Y si fuera que hoy, con las inteligencias artificiales generativas, el trabajo muerto no es única o principalmente un vampiro del trabajo vivo, sino una cruza entre zombie y clon (no está completamente muerto, suplanta al trabajo vivo)? ¿Y si el capital constante estuviera empezando a variar por sí mismo?

¿Y si fuera, como dice McKenzie Wark , que el capital ha muerto? –Y que estamos en algo todavía peor…

¿Y si la pulsión distópica –como en la ya larga saga de películas para chicos en las que los villanos son los ídolos, desde Joker hasta Cruella De Vil, pasando por Maléfica, Loki y otros tantos– fuera un campo de entrenamiento para aprender las nuevas habilidades psicológicas y espirituales requeridas por la época?

También, como todo buen libro de ensayo, es una pequeña biblioteca de consulta, un breviario de citas (como esta genialidad de Burroughs: “La droga es el producto ideal, la mercancía definitiva. No hace falta literatura para venderla. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan. El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente”) y un viaje a una mente más inquieta por preguntas difíciles de formular que por respuestas claras y minuciosas.

En conjunto, mientras recorre algunos de sus autores o sus temas favoritos, nos devuelve la imagen de aquellas “realidades débiles” que los personajes y nosotros mismos habitamos, y de las cuales los textos que Mattio reúne aquí son a la vez líquido revelador y figura revelada.