Zazie en el metro #3

Llegamos entonces a OULIPO (Ouvroir de littérature potentielle o, en castellano, Taller de Literatura Potencial), grupo que, junto con Queneau integraban, entre otros, George Perec e Italo Calvino. Para OULIPO el corazón del asunto reside en la noción de procedimiento, que venía heredada de Raymond Roussel. Es decir que la literatura era pensada como un conjunto de reglas -obviamente arbitrarias y locas- a las que había que obedecer (es decir: autoimponérselas y luego obedecerlas) antes que a la inspiración o a cualquier otro mito romántico. Esas reglas, por supuesto (y Queneau era el primero en saberlo) debían ser delirantes, lúdicas, juguetonas, vanguardistas. Formado en 1960, la influencia de Queneau se expresa también en las reglas matemáticas, también insólitas, con las que se regían para escribir. 

Un ejemplo, no de Queneau sino de Perec, que escribe La Disparition, novela de más de 300 páginas sin la letra “e”, la más utilizada en el idioma francés (la traducción al castellano -imposible, por cierto- se resolvió con una novela sin la letra “a”, la más usada en nuestro idioma, llamada El secuestro). En 1947, antes de la fundación de OULIPO, pero ya marcado por ese espíritu, Queneau escribió Ejercicios de estilo, en que se presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un colectivo. Aunque el texto más “Oulipiano” de Queneau es Cent mille miliards de poèmes, («Cien billones de poemas»), consistente en diez sonetos, en los que en todos se mantiene la misma rima, así que cada verso puede ser sustituido por el verso correspondiente de otro soneto. Por ejemplo: el verso 1 del soneto 1 puede ser sustituido por el verso 1 de cualquiera de los sonetos del 2 al 10, que son los cien billones que dan lugar al título”. Aquí Queneau lleva el juego matemático aplicado a la literatura a un nivel máximo: el punto en que matemáticas, literatura y escritura se vuelven uno solo: un nuevo sentido para la vanguardia.