Llegamos a la última entrega de nuestro libro de noviembre y ahora la pregunta es más pertinente: ¿Cómo hace Ferreyra para atrapar al lector durante las 220 páginas de El amparo en las que, en términos prácticos, poco sucede? Adolfo es un preso feliz y hay algo hipnótico en eso. «Aún cuando no creía que iba estar mucho tiempo como receptor de carozos, Adolfo deseaba ufanarse de su regreso. No ante todos, instalando en su rostro una mirada triunfante, sino contárselo una persona aunque más no fuera, con palabras escuetas, informándola sin alardear, dejando que los hechos hablaran por sí mismos, guardando para sí la vanidad y la alegría que sus palabras le habrían de producir. Decir simplemente: He regresado al puesto de receptor de carozos y, si era el caso que el otro no le preguntase algo al respecto, pasar de la manera más sencilla a otro tema, con la seguridad de que no hacía falta más para lograr el efecto buscado», sostiene el narrador sobre ese orgullo esclavo.
El miércoles pasado, en Mandolina, un grupo de lectores se reunió con El amparo como excusa y charlaron con Hernán López Wine, uno de los editores de Godot, el sello que decidió devolver la primera novela de Ferreyra a las librerías.
¿Notaron que este año tan particular comenzó a cerrar en noviembre? Como si hubiera un apuro o la batería de todos estuviera por agotarse. Por eso les propongo, de manera poco original, que nos veamos antes de fin de año. Los invitamos el viernes 6 de diciembre a compartir el desayuno Club Carbono de cierre de año, una excusa del calendario para que conozcan y conversen con autores de algunos de los sellos Carbono y para que nos encontremos nosotros, los integrantesde este club. Primero, anoten el día en la agenda. Abajo les dejo los detalles de los autores que nos van a acompañar y un formulario para que se anoten.
Nos leemos la semana que viene, en diciembre.
Ana Clara