Apiádense del lector: para escribir con estilo #1

«Un cuento, debido a sus efectos fisiológicos y psicológicos en un ser humano, está más estrechamente relacionado con los estilos budistas de meditación que con cualquier otro tipo de entretenimiento narrativo. Lo que vas a encontrar en cualquier otra colección de cuentos es un montón de siestecitas budistas».
Kurt Vonnegut, Caja de rapé Bagombo

¿La lectura puede compararse con la meditación? Vonnegut creía que sí. Aunque quienes practican la meditación puedan no estar de acuerdo, hay algo indiscutible: ambas actividades comparten un impacto certero en nuestra mente.

¿Afecta la lectura al cerebro del mismo modo que la meditación? Eso aún está por confirmarse científicamente. Hay estudios que respaldan la afirmación de Vonnegut décadas después de que la enunciara: nuestros cerebros saben que leer nos hace bien, especialmente cuando se trata de ficción. Investigaciones publicadas en revistas como NeuroImage, Brain and Language y Annual Review of Psychology confirman que leer ficción tiene efectos únicos y positivos.

La ciencia descubrió que, tras leer ficción, las personas obtenían mejores resultados en pruebas de empatía, percepción social e inteligencia emocional. ¿La razón? La literatura deja espacio para la imaginación y nos invita a interpretar matices emocionales y a profundizar en la complejidad de los personajes.

Tuve un jefe que solía jactarse de no leer ficción. En su momento, su declaración me resultaba más curiosa que inquietante, especialmente porque la difundía con la convicción de un manifiesto. Hoy, con las respuestas que me han dado la literatura (o quizá los años), me siento casi en la obligación de cuestionar su postura. Leer ficción no es solo un ejercicio de entretenimiento; es una forma poderosa de ampliar nuestra comprensión del mundo y de quienes nos rodean. Algo para meditar.

Ana Clara